-Para detener a las fuerzas del mal y librar a los vecinos de Ágata de que cayeran en su poder, todo iba bien hasta tu llegada.
Hasta mis oídos ha llegado los rumores de lo que pretendes hacer aquí y eso solo servirá para alimentar a los seres malignos que aún habitan aquí.
También conozco tu procedencia, se que tú no eres una simple mortal, de hecho, tú tienes una doble personalidad que nadie más conoce, ni siquiera tu prometido, ¿Por qué? – Le narró ampliamente la dama de las nieves.
- En realidad es todo más simple de lo que a priori pueda parecer; si yo dijera en el mundo que he escogido vivir lo que soy mee tacharían de loca y me medicarían hasta la saciedad y si lo demostrase aún seria peor, ya que entonces me encerrarían en un laboratorio y me utilizarían como cobaya semi humana para crear otras especies como yo con fines más bien bélicos.
En cuanto a lo que mi prometido se refiere…nos queremos, pero no creo que pudiera asumir esa otra parte de mi personalidad- Le explicaba Susana su triste realidad.
-Quizá, por lo que me cuentas, no has escogido el lado correcto, quizá el lado salvaje era el más humano- Le sugirió ella amablemente.
-Quizá- asintió Susana algo somnolienta, tras lo cual se despidió con la mano de su nueva amiga, para finalmente volver a la cama al lado de su amado.
Él, en ese momento, intuitivamente abrió los ojos y cuando la vio llegar, la abrazó fuertemente para impedirle que se volviese a levantar, en tanto ella, se refugiaba en el calor de su pecho a la par que se le escapaba un fugaz y felino ronroneo, algo que le resultó a el en aquel momento muy gracioso y le hizo muy feliz.