- ¿No me das un beso para desearme suerte en mi primer día de trabajo? -Le inquirí yo traviesa.
-No la liemos Lupe, que tus besos no son solo besos y uno no es de piedra – Me decía mi adorable esposo.
-En ese caso volved a casa antes de que se despierte el vecindario y las viejas cotorras empiecen a hacer preguntas- Les rogué yo sensatamente.
-Si mami- me contestó dulcemente mi pequeña.
Una vez llegué a mi trabajo, entre en el laboratorio con mi formula ultrasecreta de la que debía obtener más cantidad, pues la que actualmente poseía ya no era suficiente y debía nuestra sangre roja y mi familia y yo sus propios vampiros sin la cual nosotros seríamos humanoides del tres al cuarto, como todos aquellos que se cruzaban en su gran mayoría en nuestro camino como simples vegetales para ayudar a los humanos en sus tareas diarias.
Tras 4 horas de intenso trabajo por fin lo conseguí, recaudé la suficiente cantidad de sangre para pasar tranquilos los próximos 10 años y si eso es lo que había conseguido en mi primer día, no era descabellado pensar que en los próximos días conseguiría la suficiente cantidad para vivir tranquilos los próximos 50 o 100 años.
El agente de seguridad Lucas Aguirre en su ronda me sorprendió con la siguiente pregunta- ¿Esta trabajando en algún proyecto secreto, profesora? -.
- Nada importante agente Aguirre- Le aseguré yo impasible.
- ¿Cree que en un futuro las maquinas superaran al hombre? -Siguió jugando él a los detectives.
- ¿Por qué no me pregunta abiertamente lo que quiere saber? -. Le inquirí yo sin reparos y con gran carácter.
- ¿Cree que pueden existir humanoides capaces de dominar el mundo? -. Me preguntó finalmente él, algo ruborizado.
- Pero ¿Usted se escucha? ¿A caso se cree todos los productos que trata de vendernos Hollywood? - Mostrándole yo lo absurdo de sus palabras a la par que tomaba de notas de cada uno de los pasos de sus investigaciones.